Comentario y reflexión:
De acuerdo con el testimonio del mismo Dios las palabras de Job son ciertas.
Jehová dijo a Satanás:
—¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? 1:8
Job fue respetuoso de las señoritas, no engañó a su prójimo, fue fiel a su esposa, aunque era rico no puso su confianza en sus riquezas, atendió a los forasteros, fue generoso con los pobres, fue benevolente con sus empleados, no buscó el mal de sus enemigos y fue un buen mayordomo del medio ambiente.
En su discurso dice muchas verdades,
La vida es una siembra, el malvado siembra su propia desgracia, esto es cierto.
Dios contempla desde los cielos las obras de los hombres para tenerlas en cuenta en el día del juicio, esto es cierto.
La fornicación y el adulterio son como un fuego que arde hasta el infierno y consume la casa y todo lo que uno tiene, esto es cierto.
El rico y el pobre, el humilde y el poderoso, todos somos iguales a la vista de Dios, esto es cierto.
Quien pone en el dinero su confianza niega a Dios, esto es cierto.
Entre todas estas verdades hay una importante que falta: en este mundo de pecado los hijos de Dios también sufren. La diferencia está en su presencia con ellos, en los límites que pone al maligno, en sus bendiciones y en la esperanza de salvación.
Sobre el sufrimiento del Hijo de Dios dice la pluma inspirada,
“La sangre de Cristo es el antídoto eterno contra el pecado. El carácter ofensivo del pecado se ve en lo que le costó al Hijo de Dios en humillación, sufrimiento y muerte. Todos los mundos contemplan en Él un testimonio viviente de la malignidad del pecado, porque en Su forma divina lleva las marcas de la maldición. Está en medio del trono como un Cordero que ha sido inmolado. Los redimidos siempre quedarán vívidamente impresionados con el carácter odioso del pecado, al contemplar a Aquel que murió por sus transgresiones.” Signs of the Times, December 30, 1889, E. G. White
En la actitud de Eliú vemos el instinto natural humano, que (quizás a diferentes niveles) todos poseemos. El instinto y la necesidad de racionalmente explicarlo todo. Se controló mientras que sus amigos más sabios aconsejaban a Job. Cuando terminaron, Eliú siguió manteniendo el control mientras escuchaba el gran discurso de Job. Ahora, esperando que sus amigos respondieran a Job, como él pensaba apropiado, se indigna y se descontrola frente la aparente inhabilidad de sus amigos de refutar a Job. Eliú se frustra porque sus amigos de más edad y con más sabiduría no encuentran qué responder.
Creo que de esto podemos todos sacar una valiosa lección. Casi siempre es más sabio escuchar que hablar. Y siempre es más sabio admitir no tener la respuesta, que pretender saberlo todo.
Por último, la empatía es el vehículo de la sabiduría divina cuando hablamos con un alma afligida. La empatía más pura es la recibimos del Espíritu Santo cuando vemos a nuestro prójimo a través de los ojos de Cristo. No como candidatos al bautismo, ni siquiera cómo estrellas en nuestras coronas, si no como almas dignas de nuestro amor y compasión.
¿A quién o quiénes te está llamando Dios a ver desde Su perspectiva y nos desde tus prejuicios?
Que Dios te bendiga.
Pastor Ronald Paulin